24 mar 2011

II Etapa -Avión-


Se oye un ruido minutos después del aviso de la ultima parada, el tren está llegando, se nota enseguida el cambio del sonido, la frenesia de la gente que queda en el vagón, la gana y la prisa para salir de allí y coger cada uno su avión su vida o su viaje, o su viaje de una vida.
Finalmente bajo yo también, por ultimo, como siempre; no me gusta estresarme para llegar primero, hay tiempo y el viaje es largo. Camino hacia los torniquetes, hay cola para pasar al otro lado, en donde empieza el espacio de la espera, en donde las rutas y los destinos se dividen a una escala mayor.
Paso, timbro el billete, mi pasaporte de tierra. Antes de seguir todo el mundo se para delante de las pantallas, miran si sus vuelos existen, si hay retrazos, cambios, novedades. Paso delante de ellos, no hay porqué parar. Subo las escaleras mecánicas, primera planta: las llegadas. Sigo subiendo a la segunda escalera, y cómodo veo en la mega pantalla puesta delante de ella todas las informaciones de mi vuelo; bien, no hay retrazo!!
Llego a las puertas del aeropuerto, se abren a invitarme en el frenético mundo de las alas, entro y enseguida se nota una inmensa cola de gente: los controles. Acelero el paso (como cada vez que se ve una cola que hay que hacer) y me pongo allí, en la serpiente humana, esperando a cada paso avanzar para poderme deshacer de todas mis cosas.
Limpio, no tengo armas, a parte una cámara y una grabadora, que también pasan los controles. Cojo mis dos cajones y me pongo en una de las mesas a montar todo lo que había desmontado de mis prendas: botas, cinturón, monedas, móvil, pulsera, cartera, monedero, abrigo, gafas, cámara, grabadora.
Monitorizo las pantallas, otra vez, para saber adonde ir. Me acerco al gate, otra gran cola de gente, soy el ultimo, bien. Los últimos que pasan al embarque son los primeros que luego bajan del autobús para entrar en el avión.
No quiero ser el primero en subir, solo quiero mi asiento de siempre, el mas ancho y cómodo, el de la salida de emergencia. No siempre soy el primero, pero siempre el asiento en cuestión está libre, y si no este el de al lado. No tiene mucha competencia, quizás porqué antes de cada salida la azafata se acerca y me cuenta lo que tengo que hacer en caso de emergencia.
Pasan los minutos en la confusión del poco espacio de un pasillo de avión (low cost), entre gente que intenta meter sus maletas en los compartimientos y otros ya sentados me acerco a mi asiento, vacío, y cómodo me siento esperando y mirando la confusión a mi alrededor. Un agobio que desaparece enseguida!
Otros minutos, tareas obligadas la muestra de los sistemas de seguridad y los procesamientos en caso de emergencia. Otros minutos, se encienden los motores y tu cama empieza a moverse, se acerca a la pista, poquito a poco.
Se respira un aire tenso, pasa el tiempo, pero nunca nos acostumbraremos a volar, somos animales de tierra. Empiezan a sonar los motores, unos segundos y el avión acelera. La presión hacia atrás se hace notar, nos tiene a todos anclados a los asientos, esperando aquella sensación de vacío instantáneo. Y volamos, dentro de las nubes y sobre las ciudades, para pasar tierras y océanos, para llegar allí donde cada uno quiere. Soñando en vuelo.


Anteprima de la segunda etapa: