24 mar 2011

I Etapa -Metro-


Son las siete de la mañana, salgo de casa a esta hora, como todas las veces, para llegar a tiempo al aeropuerto. El avión sale a las nueve, justo el tiempo de cruzar la ciudad y los varios controles, ir al baño si me da tiempo y por fin sentarme e intentar dormir en vuelo.
Salgo de casa, es un día de lluvia. 
Me acerco a la parada del autobús, espero, llega y me lleva a unos kilómetros más allá, donde bajo y voy andando hasta el metro, mojado, pero con ganas de viajar; esta vez es todo igual pero un poco diferente.
Bajo al metro, a la taquilla me atiende una joven muy maja, recargo la tarjeta con un viaje, solo ida, ritual! Mientras tanto por de bajo pasa un metro, se oye, se ve, me doy la vuelta medio preocupado, ella lo nota: <<no es este>> dice, y animado contesto: <<menos mal>>. Los metros de Valencia, por lo meno aquellos de la madrugada, (aquel que cada vez me lleva al aeropuerto) pasan cada quince minutos, y perder uno significa correr para llegar a tiempo.
Sigo bajando, se oye llegar otro tren, no es el mio. Espero unos minutos, el tiempo calculado y llega mi tren. Hay gente, como todas las veces; la vida laboral empieza muy pronto en la ciudad. Entro sin hacer mucho camino, se exactamente que posición del anden y del tren favorecen el tiempo de mi viaje. 
Me hago hueco para sujetarme, tranquilo, el viaje es largo, y solo algunos comparten su ruta. Me esperan dieciséis paradas, casi una hora de viaje bajo tierra, una hora de vidas.
Pasan unos minutos, el tiempo de llegar a las paradas del centro-ciudad y encuentro sitio. Me siento, y allí paso la siguiente hora, casi sin moverme y escuchando los miles de sonidos que me atraviesan la cabeza. 
Mi ruta no es común a todo el mundo, la ultima parada sirve solo para algunos que comparten mi tren. Mi visión por lo tanto es diferente, en cuanto me siente cambia mi punto de vista, ya no soy el viajero subterráneo cotidiano, ya no soy simplemente de paso, o por lo menos ya no me siento así.
Pasan vidas delante de mi: pensamientos, preocupaciones, sueños, deseos, miedo de llegar tarde, ganas de volver lo mas pronto en casa y seguir durmiendo, ganas de salir de aquel maldito vagón, ganas de quedarse allí todo el día. Muchas personas atraviesan mi mirada, desapareciendo detrás de las puertas de mi vagón, y solo algunas de ellas se quedan conmigo, quizás compartiendo justos al viaje también mi visión. 
Midiendo cada ruido, cada detalle, cada paso de aquel mundo subterráneo que me lleva a la etapa siguiente, que me proyecta a lo que me espera para llega a casa...


Anteprima de la primera etapa: